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Los amores cobardes no llegan a amores
ni a historias, se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.
Silvio Rodríguez
Bailabas
pegándote a mi espalda.
Frotabas
tu sexo en mi cintura.
Llorabas
debajo de la falda.
Fingías
sentirte tan segura.
La lectura era fácil,
igual que un telegrama:
“Mi cuerpo por tu amor.
Mi sexo por tu alma.”
Y supe que podría ceñirte por el talle,
salir del bar hacia la noche,
y en un rincón oscuro de la calle
usarte a mi capricho contra un coche.
Supe que podría agarrarte por el pelo,
arrastrarte y encerrarnos en el baño,
y allí, en cualquier húmedo suelo,
saciarme con violencia, hacerte daño.
“Es solo que su risa
me resulta tan vulgar...”
Y lo he querido creer,
y lo he llegado a contar.
Si no firmé el contrato,
si no sellé tu acuerdo,
no fue por falta de ganas,
fue más por sobra de miedo.
Eran otros tiempos.
Imaginaba entonces vaginas
con dientes afilados.
Y tu ingle era de todas
la más amenazante.
28/04/2010

Audio-video: Silvio Rodríguez - Óleo de mujer con sombrero (directo)
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5 comentarios:
Si ya lo dice el dicho, que es peor arrepentirse de no haber actuado...
Cobarde, pichafloja.
(Es broma que luego empezamos con lo de los ataques)
Enhorabuena.
Myriam, tampoco es algo de lo que me haya arrepentido nunca. Es solo que ayer lo recordé y me di cuenta de lo capullo que fui con ella.
ruizropero, si la cosa es que tienes razón. Bueno, en lo primero nada más. xD
Pues bien enmendado queda. Está genial.
Pues eres valiente por confesarte, Kutxi
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